Hoy este Pregón va a ser más corto y diferente de lo habitual debido a las fechas en las que nos encontramos, más dadas al asueto y el disfrute. En estos días son muchos los que han vuelto a sus pueblos de origen o bien de adopción para descansar. Las pequeñas localidades desparramadas por toda la geografía de nuestro país se llenan de más bullicio del habitual, incluso de niños jugando.
Sin embargo, esa imagen es un espejismo y se equivocan de pleno los que piensen que todo el año es así. A partir del lunes o del martes esas calles y plazas volverán a quedarse desiertas, o casi. Porque la realidad es que poco a poco nuestros pueblos se mueren. Es verdad que en los últimos años se ha puesto en la agenda pública el grave problema de la despoblación, pero ahí ha quedado todo, en el debate y las palabras, porque no se ha pasado a la acción. Y, cuando se ha pasado, ha sido para perjudicar más al medio rural.
De momento, España sigue oliendo a pueblo, pero no sabemos hasta cuándo
Pongo tan solo dos ejemplos recientes, porque no es día para más. Primero: la mayor protección al lobo otorgada por el Gobierno perjudica a las explotaciones de ganadería extensiva, que son las que fijan población en nuestros pueblos; segundo: está demostrado que el regadío contribuye a fijar población en nuestros pueblos, pero los proyectos del Gobierno van en sentido contrario, es decir, en que haya menos agua para regar con carácter general, contribuyendo de esa manera a la despoblación. Para hacer esta política, es mejor que el Gobierno se hubiese estado quieto. De momento, España sigue oliendo a pueblo, pero no sabemos hasta cuándo.
Por César Lumbreras
