Resulta que va Luis Planas a Valencia y dice que la nueva PAC tendrá una vocación más mediterránea y que habrá ayudas directas para las frutas y hortalizas. Pues muy bien. Resulta que va Luis Planas a Barcelona y dice que la nueva PAC tendrá una orientación más mediterránea y será beneficiosa para los intereses de Cataluña. Pues también muy bien. Resulta que va Luis Planas a Asturias y dice que “las características diferenciales del sistema agrario asturiano tendrán encaje en la nueva PAC” y que “los nuevos instrumentos de la PAC tendrán muy en cuenta los importantes sectores agrarios de la economía asturiana”. Pues también muy bien. Supongo que cada vez que vaya visitando cada una de las Comunidad Autónomas en el futuro dirá algo parecido, para quedar bien en todas ellas.
El problema es que sus engaños tienen los días contados y, salvo que cese como ministro de Agricultura, o él mismo dimita en los próximos meses, tendrá que “retratarse” cuando llegue de verdad el momento de la “negociación hispano española” y haya que repartir el dinero de la PAC entre las Comunidades Autónomas y entre los agricultores y ganaderos. Partiendo de la base de que a España va a llegar algo menos de dinero que en el periodo actual, o, como mucho, el mismo; de que todos los consejeros de Agricultura han dicho que no admitirán recibir menos fondos de los que perciben ahora y de que el ministro promete el oro y el moro allá por dónde va, ya me contarán cómo se logra todo eso. Explicado con una metáfora: la tarta va a ser más pequeña que ahora, pero como el número de comensales se pretende aumentar, según va pregonando Planas, la consecuencia lógica es que la porción de tarta de cada comensal será menor. Dicho de otra manera, y a título de ejemplo, si se pretende dar ayudas directas a los productores de frutas y hortalizas de Valencia, ese dinero tendrá que salir de sectores y de Comunidades que perciben ayudas ahora, que verán como “su sobre” se reduce.
Cada vez que aparece el ministro de Agricultura, cordobés de adopción, hace las cuentas del Gran Capitán, pero llegará un momento en el que las cuentas deberán cuadrar de verdad y, si ningún consejero está dispuesto a perder dinero, ya veremos cómo lo hace. Será como lograr la cuadratura del círculo; en ese momento no podrá escapar y tendrá que aparecer.
