Hace unos años, con motivo de unas inundaciones que tuvieron lugar en la provincia de Valladolid al desbordarse el río Cega, y que afectaron a casas y tierras de labranzas, un viejo agricultor de la zona me dijo con rotundidad que “el agua y el río siempre terminan pidiendo los papeles; pueden tardar más o menos, pero acaban pidiéndolos”. Esta afirmación cobra hoy todo su sentido ampliándola a todos los fenómenos de la naturaleza, como, por ejemplo, la actual ola de frío y las nevadas.
En el campo, los agricultores y ganaderos están mucho más acostumbrados a mirar al cielo, ya que su actividad depende mucho del tiempo que haga. Sin embargo, en las ciudades, con todos los adelantos, que han sido muchos durante los últimos años, una parte de sus habitantes piensa que la naturaleza y sus fenómenos están mucho más controlados gracias a la tecnología moderna. Y es así en bastantes casos, pero, en otros, de carácter extraordinario, como los de estos días, la naturaleza pide los papeles.
Aunque se haya perdido el respeto a estos fenómenos, los rayos de las tormentas veraniegas causan varios muertos todos los años; una nevada como las de antes bloquea toda una ciudad y casi todo el país y a lo que sucede hoy me remito; las inundaciones y las riadas se llevan por delante lo que pillan y el frío y el calor extremos matan a muchas personas cada año.
Los adelantos ayudan a capear los temporales, pero si, al final, la naturaleza se empeña, acaba enseñando sus garras en momentos puntuales y, como decía el viejo y sabio agricultor “siempre termina pidiendo los papeles”. Conviene no olvidarlo. Y, para terminar con optimismo, voy a recordar lo que dice el refrán y confiar en que se cumpla, por lo menos en esta ocasión: año de nieves, año de bienes. Que así sea en todos los sentidos, comenzando por el más preciado, el de la salud. Desde AGROPOPULAR ¡brindamos por ello!