Los científicos Antoni Margalida, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC, UCLM, JCCM), y José Antonio Donázar, de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), aseguran que los buitres no atacan al ganado vivo y sano.
Lo han hecho en una carta publicada en la revista Nature Sustainability, donde sostienen que los supuestos ataques se han convertido en un imán para `las noticias falsas´ que contribuyen a que la gente perciba a los buitres como especies indeseables, generando una alarma social y un conflicto medioambiental.
Según los científicos, como aves necrófagas los buitres siempre han proporcionado a los ganaderos y a la sociedad en general un servicio gratuito de enorme valor ecológico y sanitario, ya que su función es la de «limpiar» los ecosistemas de animales muertos que, de otra manera, se convertirían en residuos y fuente de enfermedades.
Sin embargo, esta antigua alianza se encuentra seriamente amenazada por una creciente alarma social y conflicto medioambiental que provocan que la gente perciba a los buitres como especies indeseables, han explicado.
La atribución de ataques a ganado vivo se asocia a una de las cuatro especies de aves carroñeras que viven en Europa, el buitre leonado, cuyas poblaciones europeas se concentran fundamentalmente en España y Francia. Se trata de una situación «tristemente derivada de malas interpretaciones y del mal uso generalizado del tema por parte de los medios de comunicación, a pesar de que en la literatura científica no existe ni un solo caso documentado de buitres que maten ganado sano».
En el 90% de las denuncias que se investigan, un veterinario forense descarta a los buitres como causantes de la muerte
En la mayoría de estas noticias, los buitres fueron presentados como animales que han cambiado su comportamiento movidos por el hambre, convirtiéndose en depredadores que atacan a animales vivos como ovejas, vacas y caballos, e incluso a perros y humanos, para subsistir. El principal argumento esgrimido para justificar los ataques de buitres a ganado vivo deriva de la supuesta escasez de alimento a la que fueron sometidas las aves carroñeras a raíz de las políticas sanitarias derivadas de la aparición de la popularmente conocida como enfermedad de las vacas locas entre los años 2006 y 2011.
Sin embargo, la escasez de alimentos resulta ser una explicación poco sólida para justificar estos ataques, ya que la población de buitre leonado ha seguido aumentando entre los años 2008 y 2018. Además, las denuncias por supuestos ataques no desaparecieron ni siquiera después de que se introdujeran regulaciones sanitarias más permisivas a partir de 2012.
En este sentido, los científicos han añadido que más del 70% de las denuncias que se presentan por supuestos ataques de buitres a ganado vivo son rechazadas por las administraciones competentes por tratarse de casos post mortem (el animal presuntamente atacado ya estaba muerto cuando los buitres empezaron a consumirlo), o que en el 90% de las denuncias que se investigan, un veterinario forense descarta a los buitres como causantes de la muerte o cualquier tipo de lesiones al ganado presuntamente atacado.